lunes, 24 de mayo de 2010

SCOTLAND YARD Y JACK EL DESTRIPADOR


SCOTLAND YARD OPORTUNAMENTE MANIATADO Y DESCABEZADO 


Cuando, en el otoño de 1888, la ciudad de Londres viera cómo un brutal y sanguinario perturbado mental atacaba a indefensas mujeres, la policía metropolitana, y sobre todo Scotland Yard, no pasaba por sus mejores momentos.



Londres se estaba convirtiendo en una gran urbe, no era sólo la capital del inmenso imperio británico, sino que era también la capital de un país que vivía una gran transformación, motivada por el paso de una sociedad rural a una sociedad industrializada. Por todo ello, la ciudad estaba sufriendo una profunda crisis que generaba desconcierto y violencia.


De ahí que sir Henry Matthews, ministro del Interior, creyerá que la solución a los problemas que Londres padecía sólo podría resolverlos un austero militar y, con tan loable intención, hiciera venir de África a uno de los más prestigiosos generales del ejército británico, sir Charles Warren.


Aquel nombramiento estaba resultando un desastre. La formación militar de sir Charles le había imprimido una mentalidad dictatorial que, lejos de granjearle la estima de los verdaderos profesionales, entre los que se encontraba mister James Monro, su adjunto y jefe al mismo tiempo de Scotland Yard, sólo le sirvió para ganarse la falta de aceptación de sus hombres. Con tales condicionamientos, la descoordinación entre ambos cuerpos policiales era ahora mayor que nunca; entre todos cundía el desaliento y la apatía, y esto repercutía en el trabajo policial, provocando una absoluta ineficacia. Tal desaliento estaba empezando a contagiar a los propios ciudadanos, los cuales se encontraban cada día menos seguros, ya no sólo en las calles, sino incluso dentro de sus viviendas.



Por si tal situación no fuera suficientemente incómoda, el mismo día que apareció estrangulada, degollada y con el vientre brutalmente mutilado, la que todos consideran primera víctima del Destripador de Whitechapel, James Monro presentaba su dimisión, al no poder soportar por más tiempo al ingerencias en su labor policial que estaba sufriendo por parte de sir Charles Warren.



Esto no habría sido transcendente, si de inmediato se hubiera nombrado, para ocupar el cargo que él dejaba vacante, a una persona competente, pero el elegido para sustituirle no fue otro que mister Robert Anderson, el cual se encontraba gravemente enfermo, y estaba a punto de salir para Suiza, a seguir un tratamiento que le alejaría del país por unos meses.



Se hizo el nombramiento y la toma del cargo, e inmediatamente mister Anderson pidió la baja laboral. De esta forma, justo cuando más lo necesitaban, Scotland Yard no podía exigir un jefe nuevo, puesto que ya tenían uno, aunque de baja laboral.

¿Fue todo pura casualidad, o respondía a un plan calculado con frialdad, cuyo fin único era maniatar a los únicos que podían descubrir al verdadero culpable de los crímenes de Whitechapel?

Si mister Monro presentó su dimisión justo el mismo día en que apareció el cuerpo de la primera víctima, dejando a Scotland Yard descabezado, y todo el poder policial en manos de sir Charles Warren, éste hizo otro tanto -presentar su propia dimisión- precisamente el día que aparecía el último cadáver, el más destrozado y mutilado de todos, quedando de esta manera descabezada no sólo Scotland Yard, sino toda la policía metropolitana de Londres.



Ni un mes había transcurrido cuando, el lunes 3 de diciembre, se nombraba al sustituto de sir Charles, y curiosamente el elegido fue mister James Monro, ahora que todo había terminado, pero el asesino de prostitutas seguía sin aparecer.



Año y medio aguantó mister Monro en su cargo. En Junio de 1890, el ministro del Interior recibía la visita del jefe de la policía metropolitana. Nuevamente le presentaba su dimisión, aunque esta vez de manera definitiva. ¿Motivos de conciencia? Tal vez. Lo único cierto es que el matrimonio Monro partió hacia la India, en el verano de 1890, donde fundó la Misión Médica de Ranaghat.

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